Por la Espiral
Claudia Luna Palencia
En diciembre del año pasado, en Beijing, los dirigentes de la UE se reunieron con el presidente Jinping (hacía cuatro años que no se veían) para hablar sobre el déficit comercial de Europa con el gigante asiático.
En dicha ocasión, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reiteró la necesidad de buscar un balance comercial más equilibrado porque “políticamente” los líderes europeos no podrán tolerar que nuestra base industrial se vea socavada por la competencia desleal.
La UE señala que tiene un déficit comercial con China, superior a los 400 mil millones de dólares, resultado de las facilidades para que los empresarios chinos vendan sus productos en la UE y las dificultades, en política comercial, para que los empresarios europeos y sus productos entren en los mercados chinos. También los europeos acusan a China de no ceder para llevar a cabo una investigación antisubsidios de la UE sobre los vehículos eléctricos chinos.
De acuerdo con Euroactiv, el comercio de bienes entre China y la UE en 2023, aunque disminuyó, aún se situó en 783 mil millones de dólares, lo que representa un promedio de casi 1.5 millones de dólares de intercambios comerciales por minuto.
Las importaciones chinas de maquinaria, productos farmacéuticos y bebidas alcohólicas procedentes de la UE crecieron un 15.7%, un 13.7% y un 6.1%, respectivamente. Al mismo tiempo, las exportaciones chinas de nuevos productos energéticos, electrónicos y otras materias primas a la UE han acelerado las transiciones ecológica y digital de Europa.
Según las estadísticas chinas, el stock de inversión bidireccional entre China y la UE superó los 250 mil millones de dólares a finales de 2023. La inversión de la UE en China en 2023 fue de 10 mil 600 millones de dólares, un 5.5% más, superando los 10 mil millones de dólares por segundo año consecutivo. En el mismo período, la inversión de China en la UE fue de 8 mil 200 millones de dólares, un 17.4% más.
La realidad es que si bien a la UE le interesa expandirse en China hay vientos de desconfianza y recelo hacia las políticas de subsidios chinas y hacia el rol estratégico de China en el mundo.
Desde junio de 2023, la Comisión Europea anunció medidas para bloquear a las empresas chinas Huawei y ZTE y dejar de contratar operadores que utilicen equipos chinos.
El Ejecutivo de la UE y los expertos en ciberseguridad de los países miembros presentaron un informe para reducir su dependencia hacia los fabricantes chinos de equipos de telecomunicaciones.
En el documento se señala que Huawei y ZTE suponen “riesgos más altos” que otros proveedores de 5G. A partir de entonces, casi la totalidad de los países miembros de la UE, están adoptando o bien preparando, medidas legislativas para permitir que los servicios de seguridad bloqueen los contratos con Huawei. Hay un enorme recelo hacia Beijing y su astuta forma de penetrar en los países y en los mercados.
A COLACIÓN
China argumenta que quiere la paz en el mundo pero sus esfuerzos reales para que persista son bastante tibios porque sigue poniéndose de perfil ante la invasión de Rusia a Ucrania y ante el sufrimiento de los palestinos en la Franja de Gaza bombardeados por Israel, desde hace seis meses, como venganza a los atentados terroristas perpetrados por Hamás el 7 de octubre.
Quieren la paz pero tampoco se esfuerzan mucho por conseguirla. Mientras el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, se reúne en Beijing, con el mandatario Jinping para preparar la próxima visita de Vladimir Putin; en Sevilla, Yao Ying, embajador de China en España, confía en que pronto habrá negociaciones para poner fin a la guerra en Ucrania.
Hace unos días, el embajador de China en España, dijo en un desayuno al que yo asistí, que su país quiere que cese la guerra y se cumpla la Carta de Naciones Unidas.
El diplomático chino lleva seis meses desempeñando su cargo aquí en España y recién viajó a Sevilla acompañado por un grupo de presidentes y directivos de diversos consorcios y multinacionales chinas interesados en invertir en rubros tales como el turismo; las energías renovables; frutas exóticas y atraídos también por aprender del cultivo del olivo y de sus derivados.
En particular, a Air China le seduce la idea de abrir nuevas rutas internacionales directas en el sur de España, en un momento apoteósico para el turismo andaluz.
Sin embargo, entre los empresarios españoles hay una creciente preocupación por la deriva que van tomando los conflictos: uno, en el traspatio europeo con Ucrania invadida por Rusia; y, el otro, en Medio Oriente, con la Franja de Gaza destruida por Israel y también invadida por sus tropas; y ahora con el enfrentamiento entre Israel e Irán. China no puede quedarse de cartón piedra viendo cómo se acaba el mundo ante sus ojos, si quiere comercio y mercados, debe construir la paz.