Por la Espiral
Claudia Luna Palencia
Los hogares españoles ya están preparándose en diversas ciudades para los cortes de agua que padecerán apenas entre la primavera, lo que será un preludio del verano infernal que le espera al país ibérico: sin agua en los embalses, sin lluvia, con incendios forestales, temperaturas con termómetros subiendo de los 40 grados centígrados y los grifos sin agua.
Ya el pasado verano, muchas playas españolas estuvieron sin agua en los grifos para enjuagarse los pies y en las regaderas para lavarse el cuerpo y quitarse la arena.
Ahora es Cataluña la que ha emitido una declaración de estado de emergencia tras señalar que enfrenta la peor sequía en más de mil años lo que es simplemente catastrófico.
La declaración de emergencia limita a un consumo diario de 200 litros de agua por persona y pone a 200 pueblos y urbes incluida Barcelona en ese bando de emergencia sin agua para piscinas y hasta los gimnasios obligados a tomar medidas drásticas con sus clientes mientras los hoteles piden a sus huéspedes que moderen su consumo de agua.
También en el sur de España, en Andalucía, diversos municipios llevan ya largos meses con cortes de agua: sobre todo por las noches y solo se bombea agua durante siete horas diarias. No más.
No hay agua. Existe una sequía tremenda que tiene a los agricultores con pérdidas y a los ganaderos muy preocupados porque el ganado no sale a pastar con la rutina acostumbrada so pena de que los pastos que antes eran verdes y fértiles, lucen secos y muertos.
Precisamente, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, sopesa pagar por buques cisterna que lleguen a las regiones andaluzas a bombear agua; mientras se sigue analizando el tema de las desalinizadoras aprovechando el agua del mar porque la franja litoral de Andalucía se extiende a lo largo de casi mil kilómetros. Entonces, se tiene agua salada y mucha, pero requiere de pasarla por un proceso de desalinización y de potabilización que barato no es.
A COLACIÓN
Los mapas futuribles sobre el impacto del cambio climático llevan años ubicando al Mediterráneo como una zona de alto impacto llamada a la sequía, la desertificación y a la mortandad de muchas especies. España terminará teniendo el clima de Marruecos y el sur de España de las zonas más desérticas del Sáhara.
El infierno ya está aquí porque no hay forma de bajar los termómetros y los últimos tres años han sido especialmente duros durante la temporada estival en la que cada vez mueren más personas por los llamados golpes de calor; los cultivos se secan por falta de agua; sufren los animales y todos los seres vivos en general.
Mientras las familias empiezan a comprar ya sus bidones para almacenar agua y prevenir ante los inminentes cortes, el gobierno intenta dar una solución a las graves presiones que padecen los agricultores y los ganaderos. El agua lo es todo: es vida, es crecimiento, es producción, es energía. Sin agua, solos nos aguarda la muerte.
No creímos que llegaría este momento pero es tan solo el principio. Todos los modelos demográficos y climáticos de los últimos treinta años nos alertaron de lo que actualmente estamos viviendo. Nadie les hizo caso, al menos no con la seriedad merecida, como prueba del irracional crecimiento en las edificaciones y del derroche de agua de gente que todavía se ducha todos los días y deja correr el agua 15 o 20 minutos.
Ahora los gimnasios en Cataluña estudian darles tres minutos de ducha a sus respectivos clientes. Ha llegado el tiempo de ahorrar agua o más bien de adaptarse a la poca que ya hay y racionalizarla. En este caos de agotamiento hídrico todos somos culpables nadie se salva… nos lo advirtieron hace treinta años y no se previno. Como también hace treinta años, los análisis señalaban de un futuro lleno de guerras por el agua.