Por la Espiral
Claudia Luna Palencia
A diferencia del primer mandato de Trump, de 2017 a 2021, en la actualidad, las cadenas de valor no recuperan todavía la normalidad previa a la pandemia; la guerra biológica hizo mucho daño al comercio mundial y las distorsiones siguen arrastrándose a la fecha.
Bajo ese marco y, además en medio de otras disrupciones, como las alteraciones provocadas por la invasión de las tropas rusas a Ucrania que desató una ola de sanciones, vuelve Trump al poder y lo hace rescatando su guerra arancelaria. La mayor estupidez.
Tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI) como el Banco Mundial van a reajustar el PIB mundial a la baja para 2025 y lo harán a raíz de la obcecación arancelaria trumpista.
La incertidumbre nunca es buena consejera ni para los mercados, ni para los inversionistas, que van rebotando al calor de los anuncios de Trump y de su política de castigo y presión.
Ayer, las bolsas europeas se tiñeron de rojo; el dólar se fortaleció respecto al euro, el peso mexicano y la mayoría de las monedas emergentes mientras el oro subió a los 2 mil 900 dólares la onza.
La reacción ha sido negativa ante los aranceles impuestos a México y a Canadá que son los dos socios preferenciales de la Unión Americana. Mientras la Unión Europea (UE) ya espera ser la siguiente en el turno del presidente norteamericano.
Los resultados esperados por el magnate republicano no serán como él los avizora: ya la Reserva Federal y otros organismos advierten que la economía norteamericana caerá en el primer trimestre.
Mientras los consumidores norteamericanos no solo pagan a precio de oro los huevos, sino que aumenta el desempleo y las fábricas, el sector agrícola y la hostelería se quedan sin la mano de obra provista por inmigrantes ilegales.
Algo va mal: los estadounidenses pueden esperar una inflación más alta, un crecimiento económico más lento y una deuda nacional más grande. Aunado a una creciente ola de rechazo a Estados Unidos que, día tras día, es más grande.
Aquí en Europa, las ventas de los autos Tesla han caído 45% y las franquicias de fast food norteamericanas han perdido consumidores que buscan mostrar su repulsa a Trump, a sus políticas y a todo lo que él representa con su oligarquía tecnócrata.
Sin embargo, lo que él no entiende es el daño que le está provocando a la economía de su propio país; el año pasado, un informe de Moody’s Analytics al respecto de la política arancelaria con Trump en su primer mandato, señaló que los gravámenes contra los productos chinos infligieron un daño económico a los sectores de la agricultura, la manufactura y el transporte norteamericanos.
Ahora continuarán expandiendo el daño a su propia estructura productiva interna. Y, Estados Unidos, seguirá perdiendo valor y será todavía menos competitiva. Ni siquiera una muralla de aranceles harán que la economía norteamericana recupere la productividad y la competitividad perdidas.
A COLACIÓN
Las empresas suelen trasladar los aranceles más altos a sus clientes, lo que aumenta los precios para los consumidores. También podrían afectar las decisiones de las empresas sobre cómo y dónde invertir.
De hecho, en junio pasado, un grupo formado por ganadores del Premio Nobel de Economía emitieron una carta en la que advirtieron que un segundo mandato de Trump basado en una política arancelaria mucho más férrea y con mayor proteccionismo, solo reavivará la inflación y traerá problemas a las empresas para generar riqueza. El año pasado, la inflación en la Unión Americana cerró en 3.4% y el PIB, creció 2.5 por ciento.
Este segundo mandato de Trump, traerá un mayor impacto negativo en la posición económica de Estados Unidos en el mundo y un efecto desestabilizador en la economía interna de Estados Unidos. ¿Qué dos economías serán las ganadoras de la debacle norteamericana? China e India.