La vivienda, el gran problema de España

Por la Espiral

Claudia Luna Palencia

Ya  en 1999, la vivienda en España, tenía un problema de especulación que alteraba la oferta y la demanda con los propietarios de pisos  no poniéndolos en alquiler con la finalidad de inflar el precio de los mismos ante la desesperación de la gente por alquilar alguno. Y, eso que no había, una llegada masiva de inmigrantes como sucede actualmente, ni existía el boom de los pisos turísticos como acontece ahora.

          En  el país ibérico hay una proclive propensión a comprar viviendas, a los españoles les gusta ser dueños de sus viviendas; al menos así ha sucedido con la generación de los Baby Boomers y la generación X. El acceso mediante hipotecas de largo plazo ha permitido que este modelo funcione.

          Sin embargo, la burbuja inmobiliaria que fue creándose desde 1999 y que calentó el mercado pinchó en 2007 arrastrada después por factores externos como la crisis de las subprime en Estados Unidos.

          Las consecuencias fueron de una larga oscuridad económica no solo para España, sino también para muchos países de la Unión Europea, y de otra parte del mundo.

          Eso tendió a rebajar los precios de venta de los pisos y a estabilizar el precio medio del alquiler en España. Sin embargo, después de la pandemia ha sucedido un fenómeno irracional que quizá este presentándose en otros países que ya venían con mercados de la vivienda e inmobiliarios sobrecalentados.

          La gente se ha echado a viajar como si no hubiera un mañana, sea que tenga o no dinero, y los dueños de los pisos que antes los ponían el alquiler los quieren libres de inquilinos, porque les resulta mucho más lucrativo ponerlos en una plataforma para renta de alquiler turístico.

          Se quitan así, además, un enorme factor de inseguridad que viene presionando desde hace una década y de forma progresiva, cada vez más notoria, que es el fenómeno de los okupas. Esto es personas que se meten a las casas y se quedan a vivir en ellas o bien inquilinos que dejan de pagar el alquiler y se convierten en okupas.

          Los procesos legales para echarlos de las viviendas que okupan son largos, tediosos y costosos. Las leyes impiden que el dueño desaloje a la fuerza a un okupa es más se le pueden abrir cargos penales y civiles por hacerlo.

          Ante esta situación, dueños de pisos prefieren el alquiler turístico por días o por semanas que tener que lidiar con un inquilino; la llegada masiva de turistas que este año podría superar los 90 millones presiona por una disponibilidad no solo de hoteles, sino de habitaciones en los llamados pisos turísticos. La diferencia es también notoria: una habitación en un hotel para dos personas de media por día, en Madrid, puede rondar los 150  euros; y, en un  piso turístico, por 70 euros diarios pueden alquilar todo el piso.

A COLACIÓN

          Las distorsiones no han demorado en aparecer y causar estragos en la vivienda: los pisos para alquilar y habitar en ellos escasean, sus precios son inaccesibles y las condiciones para alquilarlos son desorbitadas ya sea en Madrid, en Barcelona, en Málaga, en Valencia… en casi todos los sitios.

          A este fenómeno se están enfrentando principalmente los jóvenes que desean emanciparse de sus casas y los inmigrantes que cada vez llegan en mayor número a España.

          No es de extrañarse que el fin de semana pasado, una marcha multitudinaria formada por diversos colectivos  salió a  protestar por la situación de la vivienda… por sus precios, sus condiciones y todo el desequilibrio entre oferta y demanda que no hacen más que recrudecer el problema estructural. Uno, que el presidente de España, el socialista Pedro Sánchez, quiere atajar incrementando el monto en los  bonos de ayuda al alquiler a los jóvenes. Unos subsidios que no sirven para nada.

          El mercado de la vivienda en España debe tener una mejor regulación que en primer lugar dé seguridad al dueño de que puede alquilar su piso y no se lo okuparán; además, darle algún tipo de incentivo fiscal para que opte por alquilar  a quienes habitan en España, más que lucrarse por hospedar a turistas. Hay que liberar suelo y permitir que se construyan más viviendas. Y, sobre todo, hay que remunerar mejor a las personas para que puedan vivir dignamente: con un  salario de mil 100 a mil 1300 euros al mes, es imposible alquilar… por eso hay tanta gente viviendo en habitaciones cuyos precios son igualmente irracionales desde los  400.

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