Turismofobia en auge

Por la Espiral

Claudia Luna Palencia

Viajar es un  placer eso nadie lo pone en duda. Sin embargo, en los últimos años, el turismo está causando estragos y graves en diversos países no es fortuito que,  por ejemplo, dentro de Italia, en Venecia, hayan decidido  gravar los flujos de visitantes y controlarlos.

          El más reciente informe del Ministerio de Industria y Turismo de España, dio a conocer que el año pasado el país ibérico recibió a 94 millones de turistas extranjeros. La cifra da escalofríos.

          Y, es que, es imposible no sentir la tensión urbana que causa toda esa gran masa de gente flotante que va y viene… por ejemplo, el metro en Madrid para no ir más lejos.

          La población en España, al cierre de 2024, se acercó a los 49 millones de personas y  luego hay que sumarle la población flotante de 94 millones de turistas internacionales que demandan agua, luz, gas, servicios, contaminan y contribuyen a dejar toneladas de basura. Encima no es su país así es que no les importa lo qué suceda con sus recursos naturales.

          En Barcelona, lleva tiempo creciendo un fenómeno social contra esa ingente masa de foráneos que arriban a la ciudad condal para disfrutar de ella y de la arquitectura de Gaudí.

          Cada verano, muchos vecinos acuden a la Barceloneta con pancartas y  altavoces, para plantarse en la arena y gritarles a los bañistas que gozan de sus playas que se  vuelvan a su país. ¡Tourist go home!

          Hay islas como Ibiza o Mallorca cuya población local no puede más con las hordas de viajeros. Los precios están por las nubes e incluso disfrutar  de su propio paisaje es imposible porque no hay sitio ni para caminar por la playa.

          Las estimaciones del Ministerio de Industria y Turismo de España dan cuenta de que en 2025 las cifras del turismo internacional llegarán a los cien millones de visitantes extranjeros.

          Este modelo de economía tiene sus cosas buenas y malas. Por un lado, está la derrama económica  que es por supuesto importante: el año pasado, estos viajeros internacionales dejaron 126 mil millones de euros  en España.

          Una cantidad relevante indicio del modelo de economía de servicios que ha permitido que el PIB no desacelere más y  que la gente encuentre trabajo en restaurantes y hoteles. Lo que no significa, desde luego, que a cambio se tenga un ingreso bien remunerado casi siempre precario… pero hay trabajo.

          Que España esté puesta en el panorama de los primeros sitios de mayor ranking por turismo internacional  hace que dentro de ese modelo no solo proliferen los hoteles sino que se detonen exponencialmente los alquileres turísticos; los llamados Airbnb.

A COLACIÓN

          Este fenómeno opera como un monstruo voraz: a mayor turistas más proliferan los alquileres vacacionales y entonces hay más oferta para que vengan más turistas.

          Los hoteles ya no son en España la principal fuente de hospedaje, lo son los alquileres vacacionales, la gente está especulando con sus viviendas y en lugar de alquilarlas a otra gente local para que viva en ellas las ofertan como alquileres vacacionales para los millones de turistas que pasarán a engordar  las cuentas de esos propietarios. ¿Para qué tener una vivienda en alquiler con un contrato fijo si moverla en el mercado del alquiler turístico reporta diez veces más ganancias mensuales?

          Aquí en España, las distorsiones  de esa creciente masa turística han  alterado la oferta y la demanda en el sector inmobiliario y no va a terminar este desequilibrio hasta que el gobierno limite o prohíba los alquileres vacacionales.

          Luego está la presión sobre de los recursos naturales. Andalucía, al sur de España, vive una sequía peligrosa, ya en los últimos años varias poblaciones padecen cortes de agua. Algunas ciudades, como Málaga, se salvaron el año pasado de los  cortes en el suministro; pero, el clima, es cada vez más caluroso y llueve casi nada. Con tantos turistas de visita, de darse cortes de agua, los padecerían los habitantes para que los hoteles tengan disponibilidad.  El turismo a niveles exorbitantes es el infierno…

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