Un futuro complicado y una paz improbable

Por la Espiral

Claudia Luna Palencia

No sin Ucrania y no sin Europa. Las negociaciones bilaterales, entre Estados Unidos y Rusia, para poner fin a una guerra que recién cumplió tres años no solo son vistas como aislacionistas e irreales, sino también como  indignantes y peligrosas: Trump pretende repartirse Ucrania, como botín de guerra, con el dictador ruso, Vladimir Putin.

          Como punto de partida estos son los puntos exigidos por el dictador ruso: 1) Levantar todas las sanciones a Rusia; 2) el restablecimiento de Rusia en el sistema de pagos internacional; 3) la vuelta de Rusia como actor preponderante al G7 bajo el formato G7 más Rusia que ya operaba antes de que Rusia se apropiase de Crimea  en 2014 (y que por supuesto es de Ucrania); 4) la salida de Zelenski del gobierno y para ello exige que en menos de seis meses sean celebradas elecciones; 5) Rusia no cederá, ni intercambiará, ni un ápice del 30% del territorio de Ucrania que para Putin es ya territorio ruso consagrado en la Constitución rusa; 6) no quiere negociar con Zelenski, ni con los representantes de la Unión Europea, en la misma mesa que él y Trump; ni acepta tropas europeas o de la OTAN, bajo un formato disuasorio, ni como garantía de paz, en territorio ucranio; y, 7)  por si fuera poco, exige la capitulación de Kiev que, además, al declararse vencida deberá pagar a Rusia una cantidad económica que no está todavía estimada por concepto de los gastos  bélicos inherentes a la invasión.

          Son   algunas de las exigencias de Putin entre las que desde luego vuelve a reiterar que lo queda de Ucrania será neutral, sin ejército y sin ingresar en las filas  de la UE,  ni mucho menos en la OTAN.  Claro falta  delinear la nueva frontera ucrania y sus controles fronterizos y tomando en cuenta que Kiev perdería su salida hacia el Mar de Azov y al Mar Negro prácticamente su mercado de exportaciones e importaciones  por la vía marítima estará en manos de la administración rusa que controla precisamente Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia.

          Por si faltase algo, también están las ambiciones de Trump sobre la  ya quebrada economía ucrania que lleva soportando tres años repeliendo al invasor y viendo cómo bajo las bombas mueren civiles y es destruida tanto su infraestructura civil, como energética  y militar.

          La factura por pagar que la Casa Blanca ha endosado a Zelenski es por 500 mil millones de dólares, que el presidente norteamericano quiere cobrarse explotando y apropiándose de las tierras raras y de otros minerales que tiene la  parte ucrania que no quedaría en manos de Rusia.

A COLACIÓN

          Hace unos días, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, visitó Kiev y entregó un borrador de acuerdo pero Zelenski no lo signó  lo que ha contribuido a calentar las declaraciones de Trump contra él que ha llegado a calificarlo de dictador ucranio.

          Aquí en España, en un artículo firmado por Alberto Tejedor, para La Razón, se hace referencia a una filtración del borrador norteamericano al que tuvo acceso el diario británico The Daily Telegraph: “Las condiciones impuestas han encendido todas las alarmas en Kiev, hay consternación y pánico. Esto es debido a una serie de condiciones leoninas que se quiere imponer al país invadido y que abarcan desde la explotación de sus puertos e infraestructuras por parte de EU hasta el acceso a sus reservas de petróleo, gas y otros recursos naturales”.

          Es decir, Trump quiere quedarse algo más que con las tierras raras ucranias; y, de hecho, plantea formar un fondo de inversión conjunto que garantice que las partes hostiles al conflicto no se beneficien de la reconstrucción de Ucrania. En la filtración, The Daily Telegraph remarca que Estados Unidos recibiría el 50% de los ingresos recurrentes de Ucrania  por la extracción de recursos así como el 50% del valor financiera de todas las nuevas licencias concedidas a terceros; y, otorga a Estados Unidos, el derecho de retención sobre dichos ingresos, esto es,  Washington tendría prioridad en el cobro incluso antes que Ucrania pueda usar esos fondos para su propio desarrollo.

          Y, por último, todas las futuras licencias de explotación de recursos quedarían bajo derecho de preferencia norteamericana lo que garantizaría acceso prioritario sobre cualquier comprador.

          El periódico británico abordó que Washington pretende imponer a Ucrania condiciones similares a las que se  aplican a los Estados derrotados en la guerra; son incluso, más severas que las sanciones financieras impuestas a Alemania y a Japón, tras su derrota en 1945. “Si se acepta este acuerdo, las demandas de Trump representarían una proporción mayor del PIB ucraniano que las reparaciones impuestas a Alemania en el Tratado de Versalles de 1919”.

          Trump no solo quiere colonizar Gaza con las multinacionales norteamericanas construyendo resorts de lujo en lo que ha llamado “Riviera de Gaza” también pretende que sus multinacionales, tras un acuerdo signado con Zelenski con todas las condiciones económicas arribas descritas, sean las encargadas de la reconstrucción.

          En estas horas críticas para el destino de los ucranios, con Trump presionando por la capitulación, tanto el alto el fuego como un acuerdo de paz, no son nada fáciles de alcanzar por todo lo que hay en juego: la parte militar; la económica de quién paga qué; los nuevos límites geográficos; la situación de vulnerabilidad en la que quedaría Ucrania sin entrar en la UE y sin entrar en la OTAN.

          La neutralidad que exige Putin, no puede quedar sin garantías de seguridad, como remarca Zelenski  y en la mesa bilateral entre Putin-Trump deben estar presentes otros actores geopolíticos: el presidente de  la propia Ucrania que ha sido invadida; representantes de la Unión Europea y de otros garantes de la paz como podrían ser Turquía, Canadá  y China.

          Mientras el mandatario norteamericano construye su propio relato de la guerra para favorecer a Putin, difundiendo además una posverdad mediática, corre la indignación  en las sedes de gobierno desde la Moncloa, el Elíseo, hasta el Palacio de Bellevue. Sin embargo, están enredados, en un acuerdo de seguridad y si pondrán o no fuerzas militares en Ucrania una vez termine la guerra; mientras Trump, solo quiere la compensación económica y explotar a Ucrania a su antojo.

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