Una paz agria

Por la Espiral

Claudia Luna Palencia

Ucrania va camino de vivir su tercer invierno bajo las bombas y la artillería rusa. La resistencia de la población es admirable como lo es  la defensa de su patria, de su territorio, de su bandera, de su himno y de su futuro.

          Los ucranios saben bien lo que se juegan: una identidad europeizada o caer en las garras de la autocracia y dejar  la libertad para  vivir atizados bajo la moderna subyugación con libertades amordazadas y derechos minimizados.

          Para Putin, es solo un botín histórico, es la ambición territorial y recuperar a la fuerza lo que él cree que  nunca debió salir del espacio de influencia soviético.

          Ya en 2003, Putin hablaba abiertamente ante la prensa de su país  del error histórico cometido por el expresidente Mijai Gorbachov, mentor de la Perestroika y la Glasnots, que dieron origen a un serie de profundos cambios en el eje soviético como, por ejemplo, la caída del Muro de Berlín en 1989 y la desintegración de la URSS en 1991.

          Ucrania proclamó su independencia,  el 16 de julio de 1990,  como un Estado independiente y democrático. También  lo hizo Armenia, luego Rusia; después en 1991, se reconoció la independencia de  Estonia, Letonia y Lituania.

          En total, nacieron 15 nuevos países del desmoronamiento de la URSS. Todo ello  significó una pérdida de poder económico y de influencia geoestratégica que Putin ha ido recuperando bajo el tono de sus amenazas y de expandir sus acciones militares a través de grupos paramilitares y de mercenarios como el Grupo Wagner.

          La Rusia de Putin no tiene el brillo económico de China, ni su poder inversor para crear un entramado tan costoso  como  la Nueva Ruta de la Seda pero ha recuperado respeto internacional.

A COLACIÓN

          Esto es como cuando los criminólogos intentan meterse en la mente de los asesinos en serie, lo mismo pasa con la mente de Putin todos quisiéramos saber qué está pensando y hasta dónde pretende llegar con su ambición denodada por recuperar su influencia política y territorial.

          Para el exagente de la KGB este desmoronamiento de la URSS es “la mayor catástrofe territorial del siglo XX” bajo esa óptica, él intenta resarcirlo y si por él fuera restablecería las fronteras  de enero de 1990 y todos volverían a estar económicamente bajo su dominio.

          En 2008,  comenzaron las primeras maniobras de Putin para ir poniendo gobiernos títeres, con el pretexto de liberar a poblaciones prorrusas de varios países como sucedió con Georgia  que perdió Osetia del Sur y Abjasia.

          En 2014, hubo una serie de  maniobras en Crimea que es parte de Ucrania y que, desde el Kremlin, han pasado a reconocer como parte de la Federación de Rusia tras un referendo independista fabricado por Putin; y luego, la invasión, al resto del territorio ucranio consumada el 24 de febrero de 2022.

          Putin ya consagró en la Constitución rusa los territorios ucranios que domina como son Jersón y  Zaporiyia en el sur y  Donets y Lugansk  en el este  y no tiene ninguna intención de dejarlos. No va a dar marcha atrás.

          ¿Cómo se logra una paz sin perder territorio? Zelenski que se ha convertido en un líder mundial y que ha jugado con mucha sagacidad sus cartas de gobernante de un país invadido por una potencia nuclear llamada Rusia podría estar condenado  a la muerte o al fracaso.

          Los próximos cinco  meses serán cruciales para el destino de Zelenski y de los ucranios: en la Cumbre para la Paz de Ucrania que se llevó a cabo en Suiza, han asistido mandatarios y delegaciones de la mitad de los países del mundo; el gobierno de Kiev es claro en sus pretensiones para la paz: la retirada de las tropas rusas de todos los territorios de Ucrania incluyendo a Crimea. Y, Putin, quiere lo contrario: que Kiev saque sus tropas de los territorios que reclama como suyos y renuncie a formar parte de la OTAN.

          A la cita en Suiza convocada por Zelenski y avalada por Washington, no asistió ninguna delegación rusa que representase al agresor, ¿cómo se logra una paz sin la presencia del agresor?

          Putin solo tiene que esperar a que Trump gane las elecciones el próximo noviembre para continuar con sus planes y Zelenski podría verse solo, sin el financiamiento norteamericano y peor todavía, sin armamento.

          Ha llegado el momento crucial de que un grupo de mandatarios se conviertan no solo en negociadores, sino en avales para un alto el fuego en Ucrania y que Zelenski y Putin, lleguen a un acuerdo en el que muy probablemente Ucrania no recupere los territorios que ya controla Rusia. Y, luego nos quedará rezar, para que Putin no invada un año después a  Estonia, Lituania, Letonia y Moldavia.

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