En el punto crítico

Por la Espiral

Claudia Luna Palencia

La guerra en Ucrania que ha atravesado por diversas fases va camino de cumplir tres años y los europeos ya se acostumbraron a saber que en el traspatio de Europa del Este hay ataques con drones y misiles que todos los días dejan muertos y heridos.

          En las primeras semanas de la invasión, el temor dentro de la Unión Europea (UE) tenía que ver con la posibilidad de que Rusia usara armas tácticas nucleares en Ucrania. Después, esa inquietud se disipó y en las semanas más recientes ha vuelto a intranquilizar  que el curso de los ataques termine metiendo a los europeos en la guerra.

          La autorización del presidente, Joe Biden, para que el ejército ucranio utilice los misiles de largo alcance ATACMS (Army Tactical Missile System) para bombardear a los rusos, dentro de la Federación Rusa, ha sido interpretada por el Kremlin como una escalada en el conflicto.

          Este sistema de misiles tácticos,  de superficie a superficie, fabricados por Lockheed Martin  tienen  un alcance de 300 kilómetros; funciona propulsado por un cohete de propelente sólido de una sola etapa, mide 4 metros de longitud y 610 milímetros de diámetro.

          El primer uso de los ATACMS  sucedió durante la Operación Tormenta del Desierto, en ese entonces Estados Unidos lanzó  treinta y dos misiles contra territorio iraquí.  Cada misil tiene un precio de 1.5 millones de dólares.

          Ucrania no solo está utilizando los ATACMS, también Reino Unido  ha dado  luz verde  para utilizar sus misiles Storm Shadow un arma fabricada por la empresa MBDA. Estos misiles tienen un radio de alcance  de 560 kilómetros y cada uno cuesta 3.2 millones de dólares.

          En el estertor de su gobierno, Biden ha dado un paso adelante y ha concedido al gobierno de Kiev  el envío de miles de minas antipersona a fin de reforzar las líneas defensivas en su territorio en un momento clave para el ejército ruso que sigue consiguiendo avances dentro de la región de Donetsk.

          En las primeras semanas del inicio de la guerra, la Casa Blanca proporcionó minas antitanque a Kiev para que pudiese destruir los vehículos blindados rusos pero se negaba  a entregarles minas antipersona. Ahora cambia esa posición.

          Tras perder los demócratas las elecciones y ante la promesa del virtual presidente el republicano, Donald Trump, de poner punto final a la guerra en Ucrania con un plan de paz unilateral que sería contrario a los intereses de los ucranios, el gobierno de Biden está haciendo una serie de concesiones militares  al mandatario ucranio, Volodímir Zelenski. El  Kremlin  indica que Estados Unidos está traspasando  una serie de líneas rojas.

          Los primeros bombardeos con ATACMS utilizados por el ejército ucranio fueron dirigidos contra la localidad rusa de Bryansk,  una ciudad que se encuentra  a 380 kilómetros al suroeste de Moscú  y a 100 kilómetros de la frontera con Ucrania.

          El ataque fue confirmado por el Ministerio de Defensa ruso que en un comunicado señaló que no hubo bajas civiles y que la batería de misiles lanzados por Ucrania iban dirigidos a un depósito de municiones. “Fueron seis misiles balísticos de los que cinco fueron derribados otro destruidos y sus fragmentos provocaron un incendio en una instalación militar”.

A COLACIÓN

          El Kremlin, tras este ataque, considera que Estados Unidos pretende escalar la tensión de la guerra y llevarla a otro nivel en el que Occidente terminará implicado.

          El ejército ucranio también ha lanzado misiles Storm Shadow contra la región rusa de Kursk, que hace frontera con Ucrania, sin confirmar bajas civiles, ni puntualizar cuántos misiles fueron lanzados.

          Ante el suministro de estos misiles por parte de Estados Unidos y Reino Unido, el dictador ruso, Vladimir Putin,  aprobó una serie de modificaciones en la doctrina nuclear que establece “las nuevas circunstancias” bajo las que el Kremlin consideraría utilizar su arsenal nuclear.

          “La nueva doctrina establece que un ataque con misiles convencionales, drones o aviones,  por parte de un estado sin armas nucleares pero con el apoyo de uno que sí cuenta con ellas sería considerado por Moscú como un ataque conjunto contra Rusia o contra Bielorrusia. Ante una amenaza crítica, la respuesta sería nuclear”, de acuerdo con dichas modificaciones.

          La OTAN también ha llegado a considerar esta respuesta por parte de Rusia, ¿qué estrategia nuclear podría seguir Putin?  Hay dos formas: 1) Armas nucleares tácticas con pequeñas ojivas nucleares con  un sistema de lanzamiento destinado a un ataque limitado; pueden ser cargas de un kilotón (mil toneladas de explosivo TNT). En Hiroshima fue lanzada una bomba  de 15 kilotones con un radio de destrucción potente y que dejó más de 200 mil muertos en el momento del impacto pero miles de víctimas los años posteriores; y  2) armas nucleares estratégicas que son del largo alcance  con cargas potentes en misiles balísticos intercontinentales.      

          No es la primera vez que Putin o su equipo más cercano como el propio Lavrov o su portavoz, Dmitry Peskov, amenazan con utilizar parte de su arsenal nuclear… el meollo es que quién apriete primero el botón, no será para ganar una guerra, sino para perderla.

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