Por la Espiral
Claudia Luna Palencia
El pasado 3 de diciembre, Corea del Sur, una nación de 52 millones de habitantes vivió una jornada inusual: tras la aplicación de la ley marcial (durante seis horas) los surcoreanos se preguntaban qué había sucedido para que su presidente tomase una decisión tan drástica; una mayoría creyeron que había algún problema (o amenaza) con su vecino de Corea del Norte.
La sorpresa en el gobierno estadounidense ha sido mayúscula. Biden ha ordenado que sigan muy de cerca la situación y lo mantengan informado: diversos funcionarios de la Casa Blanca, el Pentágono y el Departamento de Estado declararon a los medios de comunicación que estaban en estrecho contacto con sus homólogos surcoreanos.
Pero hay preocupación. Mark Montgomery, actual director de la Fundación para la Defensa de las Democracias, declaró a ABC News que Corea del Sur vive unas horas delicadísimas y cree que desde el seno de la Casa Blanca sabían que algo así podía pasar en cualquier momento.
Estados Unidos tiene muchos intereses regionales que recalan en Corea del Sur una nación cuya economía es la cuarta más grande de Asia y la décimo tercera del mundo.
Es, además, socio comercial de Estados Unidos: el 15 de marzo de 2012 entró en vigor un Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Corea y es el sexto socio comercial para la Unión Americana al que fundamentalmente le vende vehículos; maquinaria; combustibles minerales; plásticos y maquinaria eléctrica.
Sin embargo, a Washington le interesa muchísimo la posición geopolítica de su aliado: Seúl destina el 2.6% del PIB a su defensa y tiene el sexto ejército del mundo con 3.7 millones de militares.
El ejército estadounidense tiene una gran presencia en Corea del Sur, con 30 mil soldados en una base militar estratégicamente ubicada para defender al país en caso de un ataque norcoreano. Ambos países signaron un tratado de defensa mutua tras concluir la Guerra de Corea en 1953.
Como lo señala, Simantik Dowerah, para el FirstPost, Corea del Sur es un importante aliado defensivo para Estados Unidos es uno de sus brazos, junto con Japón, en Asia.
“Estados Unidos ha proporcionado tropas, armas avanzadas y tecnología de defensa para ayudar a protegerse contra las amenazas norcoreanas y mantener la estabilidad regional”, señaló Dowerah.
A COLACIÓN
Esta asociación también apoya los intereses de Estados Unidos en la región más amplia de Asia-Pacífico. Con una fuerte presencia militar en Corea del Sur, Estados Unidos puede influir en la región y contrarrestar el creciente poder de China.
Los esfuerzos de defensa combinados de los dos países son vitales para mantener la paz y prevenir conflictos, lo que convierte a Corea del Sur en una parte clave de la estrategia de defensa norteamericana.
También la Unión Europea (UE) analiza con resquemor lo sucedido y teme que la inestabilidad termine beneficiando a Corea del Norte y a su aliado ruso. De hecho, el gobierno de Seúl es uno de los proveedores de armas y ayuda a Ucrania.
El Consejo Europeo en Relaciones Exteriores ve un futuro problemático. Su coordinador del Programa de Asia, Alejandro Lipke, cree que es poco probable que el actual presidente se mantenga en el poder y, en caso de un adelanto electoral, el más beneficiado será el Partido Democrático.
“Esto complicará la colaboración de la UE con Seúl en cuestiones geopolíticas clave a mediano y largo plazo, desde la guerra en Ucrania, hasta la coerción económica de China y la beligerancia norcoreana”, a juicio de Lipke.
El experto también advierte que un gobierno con el Partido Democrático en el poder cambiaría el enfoque de la política exterior de Corea del Sur hacia China, Rusia y Corea del Norte y se alejaría de los países europeos.
Por lo pronto, los próximos días serán torales para el futuro inmediato del gobierno en Seúl: los sindicatos más grandes de Corea del Sur están convocando una gran huelga general para forzar la renuncia del presidente.